martes, 8 de abril de 2008

Visión de Anáhuac

Elevé la mirada al cielo y me enfrenté con la visión de un azul ultramar matizado con gris. Comencé a desplazarla y al poco ese azul ultramar se convirtió en un azul más claro con ápices de blanco, y separados como por acción de un pintor que plasma su obra en un lienzo infinito. Mi curiosidad se despertó por saber qué habría más allá, y entonces mi mirada se dirigió hacia el horizonte donde fui testigo de un espectáculo magistral: allá, muy lejos, cerca de los volcanes, se expandía lentamente un naranja intenso, brillante, con pequeñas pinceladas de rojo carmesí, más intenso en la parte superior y más oscuro en la base, cercano a la cabeza de Iztaccihuatl y de Pococatepetl, como si tratara de ocultar un instante más su legendario amor.Gracias Ehécatl pues con tu magnánimo poderío se puede admirar este cuadro que Mamá Natura nos pinta en los albores del día.

2 comentarios:

Juan Carlos Cabrera Pons dijo...

Qué uvas mi buen?
Nunca me gustó mucho el uso de nombres prehispánicos en relatos.
Por demás tu descripción es buena, tiene fuerza, sorprende y es casi tangible. Los colores muy bien observados y el ritmo da ese ligero toque de espontaneidad tan presente en observaciones como ésta. Chido, un abrazo hasta las Cuajimalpas.

Zai ^-^! dijo...

De hecho iba a poner algo como Céfiro pues se acerca más a mi tradición literaria pero tratándose de los dos volcanes que más se ven desde mis cerros, pues como que no quedaba, así que tuve que emprender la investigacion de dioses aztecas.
Muchas gracias por tu comentario querido Lázaro y por darme la bienvenida, sabes que se te kiere y al Gato jazz también!