lunes, 28 de julio de 2008

Un día en CU...

(En la tarde ya se va la luz que canta...
Vuelan pájaros al norte... Por el cielo corre un tren...)
y a un aplauso que, de pronto, hierve en toda la tribuna
cual si fuera un taponazo de botella de champán
la pelota va a decirle no sé qué cosa a la luna
que al volver llega riéndose con su pen, pin, pen, pan, pan...
Y ya loca, loca, loca,
de su alada lijereza,
tiembla, silba, fuga y choca
de ese tórax a esa espalda. de esa espalda a la cabeza...
hasta que, ávida en la luz, nerviosamente
y de un grupo que es un drama de ORO y tierra bajo el sol
se va como una estocada de repente
y es un... goal!!!
Loa del fut-bol






Hacía ya un buen de tiempo que no podia asisitir al estadio de Ciudad Universitaria por diversos motivos, hasta ayer, que se trataba del primer partido del torneo de Pumas, y como local. Es por ello que no podía desaprovechar la oportunidad de ir a ver a un pumas reforzado, con uniforme nuevo y mucho más bonito. No podía dejar pasar la oportunidad de ir a apoyarlos, de gritar cuanta "Goya" se organice, de cantar todas las porras, incluyendo las nuevas que ya no me sabía, pero con la guía de la Rebel me fui aprendiendo poco a poco.


La odisea comenzó a las 11:00am, hora en la que arribé al estadio. Creí que tenía mucho tiempo, pero al entrar me di cuenta de que no sería así porque ya habían muchas personas como yo que buscaba un lugar donde estacionarse. A esa hora, los ocho estacionamientos del estadio estaban completamente llenos y no quedó más remedio que estacionarse en una calle, no muy lejos del estadio. Ríos de coches de todo tipo, tamaño y color se desbordaban trantando de encontrar dónde quedarse. Los minutos corrían y corrían, asi que en media hora estuve ya en un lugar sombreado. Comencé a caminar hacia abajo, siguiendo el desfile de playeras y banderas del cual, creo, también era parte; crucé alguna calle y al fín pude llegar a las entradas, pero ahora el problema era encontrar el fin de la fila puesto que, la afluencia era tanta, que la gente se arremolinaba por doquier con el mismo objetivo de entrar, o bien, de comprar primero los boletos. Finalmente, y siendo un poco audaz, logré entrar, a diez minutos de comenzar el partido. Para esos enotonces ya se encontraban ocupadas la mayoría de las gradas, pero no lo suficiente para buscar un buen asiento. Es así como escogí un lugar apropiado desde el cual pudiera ver muy bien, pero al mismo tiempo estuviera un poco protegida de la euforia Rebel, ya que. a veces, les da por aventar un sin fín de cosas. Finalmente logré acomodarme y comencé a observar cómo poco a poco se llenaba cada vez más cada sección del estadio. Una serie de mantas representatibas de las porras estaban ya colocadas, y balanceandose con el viento, listas para apoyar también al aquipo.


Minutos más tarde suena "Oh Fortuna", y sabíamos que algo pasaría. En efecto, Goyo hace su entrada triunfal al frente de todas las edecanes. Los gritos no se hacen esperar, incluyendo los míos, y Goyo comienza con su baile singular con el cual a todos nos divierte y causa ternura al mismo tiempo. Así, comienza la organización del Goya general, girando en círculos su afelpado brazo. Acto seguido hace la cuenta y CU estalla en un Goya tan potente, que nungún otro grito de batalla se escucharía igual. Sin embargo no solamente fue uno, sino dos goyas con la misma intencidad para ir calentando motores. Al termino, Goyo sale para, un minuto más tarde, dar paso a la entrada de los jugadores. De nuevo los gritos, aplausos, chiflidos, trompetazos, tamborazos, etc., no se hacen esperar, dando la bienvenida a nuestro equipo. Los once guerreros saludan y después se acomodan en el centro del campo, en línea recta, con la mano extendida y el puño cerrado, para entonar el Himno Universitario, el cual culmina con un "México, Pumas, Universidad" y un nuevo Goya. Creo que ese es el mejor aliciente para comenzar la batalla que deberá ganarse sin importar el rival, pues esa es la promesa de cada temporada que comienza.


Comienzan a escucharse las alineaciones y los cantos a unificarse aún más. El arbitro silba, los nervios se incrementan, pero al mismo tiempo también la confianza de ver un equipo sólido y fuerte en el cual se confía. "Dale Pumas dale dale oo, daleee" es lo primero que se canta. El partido sigue su curso, comienzan los ataques prometedores ante un rival mediano que no causa problemas a una de las mejores defensas de México, encabezada por el gran Sergio. "Pongan huevos, los pumas pongan huevos" se escucha. Termina el primer tiempo sin grandes emociones, pero satisfechos por el desempeño y con la esperanza de que en la segunda parte todo será mejor aún.


Durante el medio tiempo Goyo ameniza con juegos, y todos aprovechan para comprarle algo a esos señores que se ganan su dinero estorbando la visibilidad del encuentro y pasando entre filas estrechas de miles de espectadores con cajas de pizzas, tortas, botanas, cervezas o refrescos. El vecino de atrás (que por casualidad escucho que es de Guadalajara y se encuntra feliz de la vida en medio de ese ambiente), compra un par de cervezas extras pues se entera de que en 15 min. termina la venta de la misma, y no quiere quedarse sin nada.


Se da inicio al segundo tiempo. Las porras son más fuertes aún. Sin embargo, un desagradable evento nos distrae por un momento: miembros de la porra del rival se comienzan a pelear entre sí, por lo que la seguridad tiene que intervenir oportunamente para sacarlos. "Qué desagradables y qué nacos" dice la vecina de al lado, con lo cual estaba totalmente de acuerdo. Finalmente salen por el tunel 28, en medio de chiflidos desaprovatorios y un poco burlones, provenientes de todo el estadio.


Minuto 67 del partido. Lo que tan ansiosamente estábamos esperando llegó: el gol. Todos los atacantes se unen, organizan su jugada desde propia cancha. Presentimos el gol, por lo que nos ponemos lentamente de pie y contenemos euforia, aunque no por mucho porque El "Cachas" Iñiguez logra que ese balón mueva las redes del arco rival. En ese momento todo CU estalla en un sólo grito de "gooooooooool", más fuerte aún que las goyas iniciales; los tambores, las trompetas, los aplausos, gritos y el rugido del sonido local nos ayudan a que ese gol tenga un sabor sin igual. Un par de goyas también aparecen para seguir con el ánimo. Pero queríamos más porque el quipo demostró, después de eso, gran fuerza en la delantera, en la defenza, en el medio campo, en fín, en todos los sectores posibles. "io io io io io, el que no brinque es un rayo maricón" comienza la rebel y todos brincamos.


El ataque continuaba y los gritos de "pumas gol" cada vez tenían más fuerza, porque no sólo se grita en el gol, sino también en las jugadas que no terminan en gol, en cada balón que despeja la defensa, en cada balón que se le quita al rival, en cada jugada que realizan cada uno de los jugadores. Es por eso que nunca hay silencio, porque siempre damos apoyo, sin importar nada. Minuto 86. Morales roba el balón y de nuevo tenemos esa sensación puesto que comienza a armarse el contragolpe. Recorre la mitad de la cancha el sólo, llega al área y pasa el balón a Dante, uno de los últimos refuerzos que llegaron a Pumas, y lo único que tiene que hacer es cruzar el balón para que el "Gato" Ortiz no pueda alcanzarla. Ese balón de nuevo hace vibrar las redes, y el sentimiento de toda la afición. De nuevo hay un estallido de alegría más fuerte y ya con un sabor a victoria que nadie nos podía quitar, las goyas son más recurrentes y los jugadores siguieron atacando, aunque ya no hubo más goles. Cinco minutos antes de finalizar retumba nuestro último canto: "cómo no te voy a querer si mi corazón azul es y mi piel dorada, siempre te amaré", los tambores maracan ritmo, las palmas ayudan, y todo CU se convierte en un espectáculo de color, música, felicidad, papeles soloridos, en el aire, banderas ondeantes, etc.


El árbrito silba el final del encuentro y esa fiesta crece, festejando junto con los jugadores la primer victoria. De nuevo los laureados jugadores entonan un goya con todos nosotros, nos agradacen el apoyo y salen del terreno de juego.


Es imposible describir el sentimiento que produce estar ahí, cantando, gritándole de todo al árbrito si consideramos algo injusto, chiflando, aplaudiendo, fusionada mi alegría junto con la de los miles de pumas que no sólo apoyamos al aquipo cuando ganan, sino hasta en los peores momentos; que no gritamos por gritar, sino que cada nota la entonamos desde el fondo del espíritu; que no sólo usamos la playera en los buenos ratos porque los colores ya los traemos tatuados. Es un sentimiento sin igual, sin comparación. Probablemente cada aficionado dice lo mismo de su equipo y de su estadio, pero creo que hay que estar ahí para escuchar y sentir lo que es ser parte de la mejor afición de México, la de los Pumas de la UNAM!!


Gooooya, gooooya, cachún cachún ra ra, cachún cachún ra ra, Gooooya, Universidad!